La hospitalidad es una virtud cristiana poco
practicada en la sociedad actual. Nos hemos
hecho cada vez más individualistas y hemos
reducido el ámbito de la familia al estricto núcleo
de la pareja con los hijos (uno o dos, por lo
general). Tampoco las amistades entran mucho
en nuestro hogar. Cuando los chicos son peque-
ños, no tenemos inconveniente en que inviten a
amigos, a compañeros de clase o deporte. Pero,
de adultos, esas visitas desaparecen, porque los
hijos prefieren verse fuera de casa y desa-
rrollar su tiempo de ocio al margen de sus
padres.
Sin embargo, la hospitalidad es prac-
ticada como algo connatural en multitud
de pueblos y culturas de Oriente y, en
general, la mayoría de las religiones la
señalan como una obra buena que agrada
a Dios. También los cristianos recordamos
las palabras de Jesús: Fui emigrante y me
acogisteis, estaba desnudo y me vestis-
teis. Más aún, el reino de Cristo consiste
en una gran familia en la que todos somos
hermanos, hijos e hijas del mismo Padre.
Por Ángel Pérez Gómez sj
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