Pertenece a la provincia ESPAÑA-ITALIA
Comunidad de Madrid. Casa Mater Purissima
Estos cincuenta años de
vida religiosa han sido para mí un tiempo en el que ha habido sorpresas,
luchas, gozo, dolor, me atrevería a decir que sobre todo gozo “El Señor ha sido
bueno conmigo y estoy alegre”.
He podido mantener mi fe y esperanza fiándome de
Dios que me llamó a su servicio, sin duda apoyada por la Congregación y algunas
hermanas (aquí destacaría a mi maestra de novicias C. Zamalloa) que siempre me
han invitado a dar lo mejor de mí misma desde el carisma que Cándida Mª de
Jesús quiso imprimir en nuestra Congregación de Hijas de Jesús.
La Fe me ha ayudado a tratar de comprender qué
significa el que Dios me haya llamado, elegido y cómo debo darle yo una
respuesta generosa, lo he intentado, no siempre lo he conseguido por lo que
pido perdón, no obstante me siento con fuerzas para seguir adelante apoyada en
esa frase que elegí para mi recordatorio
de primera profesión “Sé de quién me he
fiado”.
Hoy miro el pasado, presente al futuro con los ojos
de ese Dios que me comprende, me ama sin yo merecerlo.
Lejos de sentir que la vida se va agotando, siento
que más que nunca tengo que caminar con paz, sin prisas ni protagonismos y
descubrir que cada experiencia vivida, humana, espiritual, de dolor o gozo
cobra en mi una nueva dimensión y que es necesario que siga manteniendo mi “SI”
como hizo María, es hora de fiarme plenamente de Dios y de decirle con todas
las consecuencias “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”.
A las hermanas en formación diría que cada día
vivan la llamada como el primer día, con ilusión, gozo y generosidad a Dios , a
la Congregación que las acogió, que la fuerza para vivir esa entrega la
encontrarán cada día en la oración y siendo testigos del evangelio de Jesús,
que tengan siempre a María por madre y maestra de sus vidas.
En su Comunidad pueden encontrar apoyo, que Dios se
vale de mediaciones, que sin duda se dejen guiar por quien tiene experiencia y
que solo en la entrega, el amor a Dios y a los demás encontrarán la felicidad.
A los laicos y laicas: que se sientan parte de esta
familia, que sin duda son acogidos con cariño, y llamados a vivir el carisma de
Cándida Mª de Jesús, que están en el mismo plano de igualdad y corresponsabilidad
en esta labor hermosa que tenemos entre manos, la educación de niños y jóvenes.
La Comunidad educativa que formamos laicos y
religiosas es el ámbito en el que mejor podemos conseguir los objetivos y
crecer en nuestra condición de educadores que hoy nos pide la sociedad, la
Iglesia y la Congregación de Hijas de Jesús.
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