Podemos decir, sin miedo a exagerar, que Jesús fue el centro de la vida de Cándida María; Aquél que nucleó todo su ser y su hacer y fuera del cual nada ni nadie tenía sentido. Desde aquella expresión inicial “yo solo para Dios”, que marcó un hito en su camino, nada la separó de su pasión continuada: Jesús, los pobres, los necesitados, niños y niñas para ser educados, el mundo… en ella se hizo palpable realidad “En Jesús todo lo tenemos y sin El todo lo tenemos perdido”.
También hoy queremos que nuestra vida esté centrada en Jesús, en su proyecto de vida y para la vida, que es el evangelio; en su programa de acción que es colaborar en hacer que el mundo se parezca un poco más al sueño de Dios, que la humanidad sea humana, es decir, que hombres y mujeres sin exclusión tengamos hoy la dignidad que el mismo Señor quiere.
Ojalá que, como a Cándida María de Jesús, nuestra pasión, la fuente de vida que nos nuclea, sea el Señor. Sabemos que su compañía es incondicional porque es fiel a su promesa “yo estaré todos los días con vosotros, hasta el fin del mundo”.
Este nombre que nos dejó Cándida María nos hace hijas y hermanas, nos ilumina en el acontecer de cada día; en la misión que compartimos con tantos laicos y laicas, bebiendo todos de la misma fuente.
Santa Cándida María de Jesús queremos pedirte que nos contagies un poco de ese amor apasionado por el Señor que marcó tu vida.
¿Estamos dispuestos a entregarnos en nuestra misión educativa con todas nuestras fuerzas, convencidos de que con El podemos seguir caminando aunque experimentos la dificultad? ¿Hasta dónde queremos contagiar el conocimiento de Jesús y el amor hacia El como algo central e importante –distinto de las urgencias- con nuestra vida?
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