Demasiado pronto, sólo como primeras impresiones y antes de saber en
qué clase de alianzas se van a concretar los resultados, me parece que
las elecciones reflejan cierta contradicción muy humana: un deseo de cambio y un miedo al cambio.
Lo primero porque la situación "ya hiede" más que el cadáver de Lázaro.
Lo segundo por aquello que dije en el pronóstico anterior y que es
reflejo de la sensibilidad popular: "más vale malo conocido que bueno
por conocer". Hacia ese balance apuntan los casos que voy a comentar.
1.- "Sí, se puede"
Paradójicamente, donde más se refleja ese balance es allí donde no
parece cumplirse: el caso de Barcelona. Nunca voté ni votaré convergente
(y en eso estoy a años de luz de Lucía Caram). Pero nobleza obliga a
reconocer que quizá Trías era el alcalde que menos merecía ser
cambiado: por honestidad personal y porque su gestión tampoco creo que
haya sido tan desastrosa.
¿Por qué entonces ha perdido y ni siquiera obtiene esa "minoría más
grande" que, seguramente, impedirá gobernar al PP en la mayoría de
municipios? Pues simplemente porque no tenía enfrente una promesa
desconocida sino alguien que había actuado ya (francamente bien, además)
y había demostrado que "sí se puede". Ada Colau podía esgrimir hechos y no sólo palabras. Y eso ha sido decisivo, incluso ante un enemigo más respetable.
Por JI González Faus sj
No hay comentarios:
Publicar un comentario