Os propongo, sencillamente, apagar por un momento vuestras redes y
enfrentarnos juntos a esta pregunta: ¿para qué estás en las redes
sociales? Creo que conviene preguntarse de vez en cuando qué hacemos metidos en todo esto
de internet, Twitter, Facebook, Instagram, blogs, webs, aplicaciones…
Conviene preguntarse porque nos ayuda a resituarnos, rompe rutinas y da
la oportunidad de buscar sentido y orientación. Conviene preguntarse
porque el ritmo imparable de los últimos años ha incrustado en nuestra vida una realidad hasta
entonces desconocida y nos ha abierto nuevos espacios, que sin duda nos
ha cambiado y nos hace vivir y convivir de un modo concreto. Conviene
preguntarse, en definitiva, para saber dónde estamos y a dónde queremos ir. O, como poco, plantearnos si queremos llegar a algún lado.
Las respuestas que se me ocurren son muchas y muy diversas, abarcando un
abanico enorme de fines. Bien pudiera ser que “estemos” por inercia
pura y dura, por ser lo que toca en una ley no escrita, porque son los
signos de los tiempos y queremos aprovecharlos, porque se ha hecho
imprescindible y no tiene pinta de venir a menos, porque nos aburrimos y
sirve de diversión fácil y entretenida, por motivos más profesionales y
por curriculum, para construir un mundo mejor a través de iniciativas y
participar activamente a través de nuestra opinión, por las
oportunidades que da en infinitos campos, por debatir y discutir, por
conocer lo diferente y distante, por llenar huecos y vacíos personales,
por sorpresa, por determinación de “jefes”, porque me dejé seducir por
la novedad, porque no puedo parar, porque está casi todo el mundo, por
compartir, por descubrir, por estar al día de lo que sucede en el mundo,
por una pseudo-obligación de masas que nos ha empujado a vaciar nuestro
tiempo de otras cosas a cambio de respuestas inmediatas y mensajes muy
efímeros, porque somos frikis en algo y aquí hay espacio para todo,
porque queremos convencer a otros con nuestras ideas, porque hemos sido
convencidos por el empuje del “es lo que hay”. En definitiva, que
“estamos” es un hecho y ahora lo que se ha vuelto un misterio es por qué
y para qué.
Por Juan Fernando Juan
No hay comentarios:
Publicar un comentario