27 abril 2015

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 273

Carta nº 273      Abril 1904
“Ya ve usted como la divina Providencia nos favorece tanto”

            Corría el mes de abril de 1904. No sé si la primavera salmantina había ya hecho presencia por los jardines y las calles de esa bella ciudad, pero lo que seguía presente en la mente y en el corazón de la M. Cándida era su plena confianza en Dios. Como ella dice, la divina Providencia nos favorece.

            “Dios siempre favorece” y hace que tú favorezcas a los demás. Esa es la cadena de favores autentica del cristiano. Pero cuidado que no se nos olvide que entre “Dios” y “favorece” hay una palabra importante: siempre. Y a partir de ahí, nos queda verlo y ponerlo en marcha. Porque Dios es siempre como el buen Pastor que da la vida por sus ovejas, que piensa en ellas durante todo el día y si por la noche hay que estar ahí, está siempre pendiente. Recuerdo algunos reportajes en televisión donde al preguntarle a alguno de los últimos pastores sobre su trabajo, siempre contestan lo mismo: este es un trabajo de 365 días al año y de 24 horas. Así es. Así es la Divina Providencia.

            Dios, Divina Providencia, es como lo que nos cuenta Mateo allá por el capítulo 6 cuando en el versículo 28 nos pregunta: ¿Por qué os preocupáis?. Y sin embargo ando preocupado por el día de mañana como si todo dependiera de mí, y se me olvida vivir el presente con la alegría del que se siente protegido y con la decisión firme  que desde la alegría del Evangelio puedo disfrutar más del hoy.

            Y así despedimos este mes de abril, donde las noticias nos han removido por dentro, donde las muertes  de cientos de personas nos han durado muy poco, sólo lo que han decidido aquellos que preparan las noticias . Qué triste. Y que pronto una noticia apaga otra.

            La primavera de cada pueblo, de cada uno debería hacernos pensar que también debe ser primavera (pascua) para poder inundar, como el azahar de los naranjos y limoneros, de un aroma especial todo lo que nos rodea. Sin estridencias, sin falsos olores comprados en tiendas baratas, sino simplemente desde la alegría de lo que somos, desde la primavera del corazón que no debe quedarse como si pareciese un otoño.

            Feliz primavera, feliz aroma y …que se note.
             

           


                       

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