Carta nº 272 Enero 1904
“Esto edifica y nos hace creer que la tenemos en el cielo rogando por
todos”
Así
lo creemos muchos, M. Cándida. Así es como aprendimos y como transmitimos que
en el cielo hay almas rogando y pidiendo por nosotros, almas que antes fueron
compañeros de camino y que hoy piden para que nos podamos volver a ver aunque
sea de otra forma, aunque sea algo parecido a lo que le ocurrió a Jesús por las
tierras de Galilea, por las orillas de ese mar de Galilea, de ese lago
Tiberiades.
Porque
la fe es algo de esto, porque la resurrección rompió algo y abrió algo nuevo.
Una nueva forma de ver y sentir. Por eso podemos decir que esto ayuda, que nos
hace más personas, que podemos estar viviendo en confianza. Porque se puede
vivir sin muchas cosas, pero sin confianza es imposible vivir. Imaginad un día
normal de nuestra vida sin confiar en los que nos rodean. Imposible.
Vivir
es algo grande. Vivir alegres y confiados es algo posible. Pero vivir alegres y
confiados porque tenemos un Padre que nos quiere y nos cuida y un hermano que
camina a nuestro lado y nos sopla brisas de ánimo cuando el nuestro está un
poco decaído eso, eso es sólo algo nuestro.
Ayer
escuchábamos cómo los discípulos no podían dejar de asombrarse y “creer por la
alegría”. ¿Por qué creemos hoy? ¿Qué nos mueve a dar pasos? ¿De qué somos
testigos?
Y
como dice el evangelio de hoy, que seamos personas que creemos en el que él ha
enviado. Que nuestras obras sean esto. Lo demás se irá tejiendo como una
preciosa telaraña, pero lo importante es que creamos en Jesús de Nazaret. Que
seamos testigos de su evangelio con nuestras obras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario