20 abril 2015

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 272

Carta nº 272       Enero 1904
“Esto edifica y nos hace creer que la tenemos en el cielo rogando por todos”

            Así lo creemos muchos, M. Cándida. Así es como aprendimos y como transmitimos que en el cielo hay almas rogando y pidiendo por nosotros, almas que antes fueron compañeros de camino y que hoy piden para que nos podamos volver a ver aunque sea de otra forma, aunque sea algo parecido a lo que le ocurrió a Jesús por las tierras de Galilea, por las orillas de ese mar de Galilea, de ese lago Tiberiades.

            Porque la fe es algo de esto, porque la resurrección rompió algo y abrió algo nuevo. Una nueva forma de ver y sentir. Por eso podemos decir que esto ayuda, que nos hace más personas, que podemos estar viviendo en confianza. Porque se puede vivir sin muchas cosas, pero sin confianza es imposible vivir. Imaginad un día normal de nuestra vida sin confiar en los que nos rodean. Imposible.

            Vivir es algo grande. Vivir alegres y confiados es algo posible. Pero vivir alegres y confiados porque tenemos un Padre que nos quiere y nos cuida y un hermano que camina a nuestro lado y nos sopla brisas de ánimo cuando el nuestro está un poco decaído eso, eso es sólo algo nuestro.
           
            Ayer escuchábamos cómo los discípulos no podían dejar de asombrarse y “creer por la alegría”. ¿Por qué creemos hoy? ¿Qué nos mueve a dar pasos? ¿De qué somos testigos?

            Y como dice el evangelio de hoy, que seamos personas que creemos en el que él ha enviado. Que nuestras obras sean esto. Lo demás se irá tejiendo como una preciosa telaraña, pero lo importante es que creamos en Jesús de Nazaret. Que seamos testigos de su evangelio con nuestras obras.




                       

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