Carta nº 271 Enero
1904
“Le doy las gracias por su felicitación y, sobre todo, por lo mucho que
usted pide … que bien lo necesito. Yo siempre pido mucho por usted”
Dicen
que es de bien nacido el ser bien agradecido. Dar las gracias debe ser algo más
que una buena norma de educación. Dar las gracias es algo más que una
correspondencia mutua de respeto. Dar las gracias es decir al otro que es
importante lo que ha hecho por ti. Es algo que siempre debería ser recíproco. Y
con Dios siempre lo es por su parte. Animo a ojear un librito pequeño titulado:
“El arte de dar las gracias”.
Igual
que dar las gracias debemos pedir, y pedir unos por otros porque tener presente
en nuestras oraciones a alguien a quien queremos es de Dios. Y las cosas de
Dios son sencillas e importantes. Pidamos por aquellos que conocemos y también
por aquellos que no conocemos de nada pero que pueden necesitar nuestra
oración. Pidamos por los estudiantes de Kenya.
Dar
gracias y pedir es un buen cóctel pascual. ¿Dar gracias? ¿Es necesario? ¿Pedir?
¿Es necesario?
Es
necesario porque, si no lo hacemos, queda oscura una parte de nuestro corazón,
seríamos de los de “a medias”, y no debemos ser de esos. Debemos ser de los de
“de hacer, hacerlo entero”. No hay otra forma, aunque a veces nos cueste como a
Tomas: Aunque a veces dudemos y necesitemos tocar para creer. No importa, la
paz y la misericordia de Dios se encargarán de lo que nos falta. Lo importante
es que sigamos caminando dando gracias y pidiendo.
Y
como dice el salmo 117 que repetimos ayer:
“Dad
gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”
Con
eso basta.
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