Ayer por la mañana se celebró el acto de entrega del VI Premio de Derechos Humanos Rey de España, que conceden bienalmente el Defensor del Pueblo y la Universidad de Alcalá y que en su 6ª edición ha recaído a la Congregación de Religiosas Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, por su labor en favor de las mujeres víctimas de trata y violencia de género.
La Congregación de Religiosas Adoratrices nace en Madrid, el siglo XIX con el carisma específico de contribuir a la “Liberación e integración personal, promoción y reinserción social, de la mujer víctima de diversas formas de esclavitud, además de la denuncia y el análisis crítico de la realidad”.
Desde 1856 hasta hoy, la institución ha crecido y su presencia se ha extendido a 23 países de 4 continentes. Actualmente integran la Congregación más de 1000 religiosas de las cuales 800, desarrollan en equipo con unos 1500 laicos/as, más de 420 proyectos en Europa (Portugal, Francia, Italia, Inglaterra y España), América Latina y el Caribe (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Perú, República Dominicana y Venezuela) África (Marruecos, Togo, Cabo Verde) y Asia (Filipinas, India, Nepal, Japón, Camboya y Vietnam).
Su labor se centra en programas de carácter social, dirigidos a mujeres en situación de vulnerabilidad social, en prostitución, víctimas de trata y de violencia en el ámbito de la pareja, madres jóvenes sin apoyo, mujeres con problemas de drogodependencia, mujeres privadas de libertad y menores en situación de exclusión. Para favorecer la recuperación integral y lograr la autonomía de las mujeres, la entidad pone a su disposición recursos de acogida, apoyo y asesoría jurídica, psicológica e inserción socio laboral, desde una intervención educativa individualizada, en la que cada mujer es la protagonista de su proceso.
Adoratrices: Un siglo de compromiso con las mujeres en situación de exclusión y vulnerabilidad
La Congregación de Religiosas Adoratrices nace en Madrid, el siglo XIX con el carisma específico de contribuir a la “Liberación e integración personal, promoción y reinserción social, de la mujer víctima de diversas formas de esclavitud, además de la denuncia y el análisis crítico de la realidad”.
Desde 1856 hasta hoy, la institución ha crecido y su presencia se ha extendido a 23 países de 4 continentes. Actualmente integran la Congregación más de 1000 religiosas de las cuales 800, desarrollan en equipo con unos 1500 laicos/as, más de 420 proyectos en Europa (Portugal, Francia, Italia, Inglaterra y España), América Latina y el Caribe (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Perú, República Dominicana y Venezuela) África (Marruecos, Togo, Cabo Verde) y Asia (Filipinas, India, Nepal, Japón, Camboya y Vietnam).
Su labor se centra en programas de carácter social, dirigidos a mujeres en situación de vulnerabilidad social, en prostitución, víctimas de trata y de violencia en el ámbito de la pareja, madres jóvenes sin apoyo, mujeres con problemas de drogodependencia, mujeres privadas de libertad y menores en situación de exclusión. Para favorecer la recuperación integral y lograr la autonomía de las mujeres, la entidad pone a su disposición recursos de acogida, apoyo y asesoría jurídica, psicológica e inserción socio laboral, desde una intervención educativa individualizada, en la que cada mujer es la protagonista de su proceso.
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