07 abril 2015

Ellos y ellas tenían nombres… y montones de sueños

Los 147 estudiantes kenianos asesinados por Al Shabab hace unos días tenían nombres y apellidos y montones de sueños. Sus caras e historias, rememoradas en Twitter a través de etiquetas como #TheyHaveNames o #147NotJustaNumber, me evocan irremediablemente los dos años (2006-2008) que estuve en la Universidad de Sierra Leona (Fourah Bay College). Me vienen a la mente, una y otra vez, las historias de Samuel, Reuben, Alimamy, Fatmata y tantos otros estudiantes que conocí durante aquel tiempo, que tenían nombres y apellidos, una historia personal detrás y un futuro plagado de sueños.
Cuando regresaba aquí, a menudo me preguntaban si aquellos estudiantes tenían un poder adquisitivo muy elevado para poder acceder a la Universidad en un país como Sierra Leona. La respuesta era siempre no. Las familias de los que tenían verdaderamente recursos (una absoluta minoría) eran enviados a universidades europeas o estadounidenses, pero todos los que estaban en el Fourah Bay College lograban pagar las altas tasas anuales de la Universidad (unos 300 dólares anuales en uno de los países más pobres del mundo), a través de mil y una estrategias. Y es que en aquel tiempo conocí a estudiantes que habían trabajado durante varios años para pagarse un año de matrícula (y que a veces debían interrumpir los estudios hasta ahorrar dinero suficiente para pagar otro año); otros que eran la apuesta de toda una familia (quien sólo podía pagar estudios a uno de los hijos o hijas); otros tantos que recibían algún tipo de ayuda o beca de alguien importante y con poder económico y político en su pueblo o región de origen; muy pocos los que recibían becas por parte del Estado…
Por Oscar Mateos

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