27 marzo 2015

Semana Santa 2015. Vuelve a Jesús, mira a tu hermano

El Siervo de Yahvé siempre es para nosotros interpelación y clave, desecho de los hombres, Varón de dolores, a la vez que exaltado y preferido. Él es el crucificado que ha resucitado. A nosotros solo nos queda caminar con Él y profundizar en su amor, del que nada ni nadie nos podrán separar. El camino de la cruz que ahora emprendemos es un camino en el que la compasión y la indignación se unen para lograr la transformación. Por eso, en el triduo pascual, nos atrevemos a “volver a Jesús y mirar al hermano”. 
I. Jesús, condenado y agredido por una economía que mata 
Es reo de muerte. “¡Crucifícalo!” (Mt 26, 66; 27, 22) 
La condena apresurada de Jesús por parte de los que detentan el poder, en connivencia con un gentío que clama ¡crucifícalo!, es el primer paso hacia su muerte. El Jesús que “pasó haciendo el bien”, curando a los oprimidos por el mal (Hch 10, 38) y llevando la buena noticia del amor del Padre a los más pobres (Lc, 4, 18) ahora es condenado y cargado con la cruz del pecado: “Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia” (1 Pe 2, 24). 
Jesús, condenado, carga con la cruz de la injusticia y la inequidad. ¡Y cómo pesa! Es también el peso de todas las injusticias, con sus graves consecuencias sociales: precariedad y exclusión social, desempleo, desahucios, hambre…
Por Francisco Maya, Vicente Martín y José Moreno, 
sacerdotes de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz

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