La manifestación de Santa Teresa como escritora se da cuando ya ha
cumplido los cincuenta años, lleva treinta de monja y ha iniciado las
fundaciones. Para estas fechas ha vivido mucho, ha buscado con
insistencia, ha pasado por muchas y ha leído libros de todo género. Por
eso afirma con toda seguridad que escribe sólo de aquello que tiene muy
conocido por experiencia. Aquí radica uno de sus encantos como escritora
y uno de los secretos de la pervivencia de su literatura.
Santa
Teresa es una escritora de verdad. No lo es de carrera sino por vocación
y por necesidad. Estamos ante una autodidacta muy ilustre que ha optado
por la narración y su fuerte es la comparación. La intensidad de su
vida interior y su irrefrenable afán de comunicación la llevan a «crear»
nuevas formas de expresión en las que, valiéndose de lo más elemental
que tiene a su alcance, como son la comparación, la metáfora y la
alegoría, logra entenderse a sí misma para comunicar lo que por
naturaleza es inefable como es la experiencia mística.
Por Rómulo Cuartas Londoño
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