26 marzo 2015

JOSÉ BELTRÁN: “La búsqueda de la verdad implica no enjuiciar, no lanzar dardos envenados, no jugar con rumores o certezas que no están comprobadas”

Cuando en octubre pasado se estrenaba como director de Vida Nueva, comenzó su cita semanal con “Notas al pie”. Él mismo se definía en breves pinceladas como alguien que “viene a servir” al que le encanta la heredad recibida. Y creo sinceramente que así es. José Beltrán procede de un periodismo activo en La Razón, con una dilatada experiencia en diversos campos comunicativos. Es un laico nacido en la familia calasancia, con un gran bagaje en la Pastoral Juvenil –raro que no tenga una guitarra en su despacho- y una pertenencia gozosa y activa a la Iglesia. Del carisma calasancio ha heredado la humildad y la paciencia. Y del beato Faustino Míguez, un referente de altura para “medirse” en el seguimiento de Jesús para hacer las cosas con rigor y calidad. Jose es de esas personas que escuchan, que es poco protagonista y que se interesa por su interlocutor. Es alguien accesible, disponible y con una agradable conversación. Hablar con él es sentirse en el mismo barco, el de la “misión compartida”. 

¿Cómo te definirías a ti mismo? 
Si tuviera que hacer una tarjeta de presentación, hoy tendría que incluir que soy director de Vida Nueva. En la piel, llevo tatuada la escuela calasancia. Pero si toca definir, me registraría en la RAE como un hombre en búsqueda y, por tanto, inquieto. Quizá esta sea una de las características propias de los periodistas. O mejor, de un cristiano. En tiempos en los que el Papa Francisco nos ha invitado a todos a salir de nuestra zona de confort, siento que me invita a continuar dando rienda suelta esas inquietudes para hacer presente el Evangelio de Jesús de Nazaret a través de los medios de comunicación. Comunicar la Buena Noticia es la misión que siento que se me encomienda hoy con la audacia, la creatividad y la valentía que exigen estos tiempos. No sé si estas tres últimas cualidades las tengo, pero siento que algo de ellas me han sido regaladas y no me las puedo quedar para mí. 

De La Razón a Vida Nueva, un gran “salto” en tu vida profesional. ¿Cómo lo llevas? 
La verdad es que ha sido un bautismo por inmersión. Hasta ahora no me ha dado tiempo a echar de menos el periódico, pero sí a valorar que todo lo que soy en lo profesional se lo debo en gran parte a La Razón. Ha sido mi casa, allí he crecido en las páginas de Opinión, he disfrutado en los ecos de Sociedad y he madurado abordando asuntos como la Educación, la Sanidad y la Religión en una coyuntura no especialmente favorable. Indudablemente, aterrizar en “Vida Nueva” ha sido un salto. El día que me senté a repasar los nombres de los directores de la revista me sentí pequeño, algo inútil y bastante osado. Sé que la confianza que se ha depositado en mí es mucha y no oculto mi miedo en defraudar a los lectores de una publicación comprometida con la Iglesia y con esas periferias a las que muchos se encaminan ahora pero donde “Vida Nueva” lleva ya tiempo.
Por Fernando Cordero sscc

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