Carta nº 264 Agosto
1903
“Dios se lo recompensará con un cielo muy grande”
M. Cándida ¿cómo
es de grande el cielo? Esta sería la pregunta de cualquier niño a la M. Cándida
si escuchara esa frase. Esta semana iniciamos la Cuaresma que desde el
miércoles pasado se ha incorporado a nuestra vida. Y Cuaresma y cielo van muy
unidas siempre.
Llegar
a ese cielo grande que dice la M. Cándida no es trabajo fácil. Pero a la vez se
convierte en tarea necesaria para algo importante que todos deseamos: ser
feliz. A eso nadie renuncia. Y el cielo debe ser algo así, un estado de esa felicidad,
de esa que nos habla Jesús de Nazaret.
Así
que, en estos días de cuaresma, hay que intentar ser feliz, hay que procurar
que los demás sean felices a nuestro lado, hay que seguir caminando sabiendo
que nuca estamos solos. Pero sobre todo hay que vivir. Y vivir de esa forma
donde el corazón gana el terreno a todo. No significa que todo sea sencillo y
facilón; sino de lo que se trata es que en todo lo que la vida nos vaya
presentando respondamos desde la perspectiva del Evangelio. Y esto es lo difícil.
Dios
siempre recompensa nuestro buen hacer. Siempre. Sólo nos pide abrir nuestro
cuerpo y nuestra mente para susurrarnos aquello que nos hará más felices ya sea
aquí como allá.
La
grandeza del cielo es conquistar parte de él aquí.
Pongámonos
metas cortas, reales. Contemos con la ayuda de Dios para lograrlas y con su misericordia
para levantarnos si no lo logramos. A veces lo importante no es tanto lograrlo
tanto como intentarlo.
¡¡¡Buena
Cuaresma a todos!!!!
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