Carta nº 262 Mayo 1903
“Me alegro de que hay otra interna y Dios quiera que hagan la obra”
Recorrer
toda Galilea es una de esa experiencias que todos los cristianos deberíamos hacer
una vez en la vida por lo menos. Y si es posible alguna más, ya que cada vez
que vas lo vives de una forma distinta. Y ese viaje debe ser como auténticos
peregrinos del siglo XXI. Así recordábamos ayer a Jesús de Nazaret desde
Cafarnaún por toda la Galilea haciendo el bien, curando, sanando, dando a las
personas motivos para vivir.
La
Galilea de hoy es lo que tenemos a nuestro alrededor, por eso estamos llamados
a salir, a recorrer los caminos para encontrarnos con aquellos que necesiten
una palabra de esperanza. Y lo mejor de todo es que la tenemos. Y lo mejor de
tenerla es que es la de Dios, no la nuestra. Así lo entendió hace algunos años
la M. Cándida cuando, con permiso de la salud, iba donde la necesitaban. Y
cuando el cuerpo le impedía moverse, escribía cosas como las que hoy leemos,
compartía la alegría de que una persona más se hubiese acercado y formara parte
de su proyecto, del de Dios. Y por si hay alguna duda, siempre con los pies en
la tierra, pensando en la obra (la de ladrillo) y deseando que Dios ayude a
hacerla.
Hoy,
cada vez más, necesitamos hablar con lenguaje de hoy, De nada, o de poco, calan
los mensajes trasnochados del pasado con lenguajes del pasado. Hay que hablar y
hablar claro, de forma que todos nos entiendan, porque hablando sencillo todos nos
entienden, mientras que si nos subimos o nos recogemos en un vocabulario de
esos libros de tapa negra de hace años, pocos entenderán.
Compartamos
la alegría, compartamos una forma de entender la vida, una actitud de
enfrentarnos a ella. Y recorramos caminos, escuchemos a quien habla claro y con
palabras sencillas.
Y
pidamos por aquellos hermanos que sus fuerzas están un poco escasas para que
Dios nos les falte nunca, para que su voz recupere el tono, para que su corazón
recupere las fuerzas y las razones para seguir viviendo. Y siempre desde la
voluntad de Dios, que, por mucho que nos empeñemos, a veces, no es la nuestra.
Pero es la que acepto y en la que confío.
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