13 febrero 2015

Fundamentalismo: NO EN NOMBRE de DIOS

En Francia viven cinco millones de musulmanes. La inmensa mayoría sigue los preceptos de sus textos religiosos, que son muy claros en la defensa del carácter sagrado de la vida humana. El Corán dice: “Si alguien mata a una persona inocente, es como si hubiera matado a toda la humanidad; y si alguien salva una vida humana, es como si hubiera salvado la vida de toda la humanidad” (Al-Maidah, 32). Estamos, por tanto, ante un hecho irrefutable: se trata de una religión de paz y no de violencia. Una vez más, es el “fenómeno humano” –como diría Teilhard de Chardin– quien todo lo malversa.
A algunos se les puede tachar de fanáticos per se, pero otros muchos acuden a la llamada de las armas en nombre de la desesperación. A fecha de enero, las Fuerzas de Seguridad del Estado calculaban que cerca de 2.000 marroquíes y 50 españoles se habían unido a la yihad [guerra santa]. Exaltación en unos casos; otros, a cambio de suculentas mensualidades –entre 3.000 y 5.000 euros– para sacar a sus hijos de la pobreza de entornos marginales, como Tánger o Ceuta. Al poco, terminan empuñando un kalashnikov, inmersos en una guerra que no comprenden. Un grupo reducido, que funcionará como células durmientes a la espera de perpetrar un atentado con “inevitable” autoinmolación de fondo.
Por Ángeles López

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