09 febrero 2015

En Navarra sigue habiendo niños que van a clase sin desayunar

“¿Cómo vivimos? Dímelo tú. Preparamos una cazuela de alubias para todos y a correr, y aunque no les guste, mis hijos no pueden elegir no comerlo”. Zora es una “navarrica”, como ella se define, que llegó a la Comunidad Foral hace 14 años desde el Magreb. Tiene cuatro hijos, un alquiler mensual de 500 euros, vive con su marido, tía y sobrino y cobra una renta de inclusión social de 800 euros al mes. Hay gente a la que le da vergüenza decirlo, pero a ella no: “Vivo mal y llevo años y años así”.
En el año 2000 llegó a España y se asentó en Navarra. Donde su marido trabajó “sin parar” como albañil de primera hasta 2009. Desde entonces no ha conseguido un empleo. “Estar parado es una enfermedad, todo el día sin hacer nada cuando llevas toda tu vida trabajando. Mi marido tiene depresión”, afirma. “En esta vida nunca hay que quedarse parado. Te despiertas por la mañana y buscas, y pasas por las oficinas de trabajo ¿quien sabe cuando sale algo?” y así, haciendo malabares para mantener a sus hijos, lleva 5 años.

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