No soy especialmente animoso a celebrar los “días mundiales de”.
Se convierten, al menos la mayoría de ellos, en una liturgia vacía y
hueca. Discursos, declaraciones, focalización acelerada en los medios de
comunicación, participación de grupos de interés o afectados… y hasta
el año próximo. Seguramente me estoy convirtiendo en un peligroso
escéptico de los rituales sociales que nos convocan a la nada y nos
invitan a permanecer inmóviles. Sin embargo, hoy es un día distinto. Hoy es el día de la justicia social. Y a pesar de mi ateísmo en los “días de”
hoy es un día necesario porque es ineludible que reconstruyamos
nuestra esperanza en un mundo más humano y cálido. Hayek (teórico del
liberalismo más radical y padre intelectual de muchos de los discursos
actuales) decía que después de años de estudio llegaba a la conclusión
de que "la expresión justicia social carecía de sentido”. Yo
después de contemplar la realidad, desde el evangelio, he llegado a la
convicción de que el compromiso apasionado para construir un mundo desde
la justicia social pertenece al mensaje central de la Buena Noticia de
Dios. Por eso hoy es un día necesario.
Por Sebastián Mora
Secretario General de Cáritas Española
Foto de Francisco Campos sj
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