12 enero 2015

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 258

Carta nº 258       Febrero 1903
“… preparémonos para cuando Dios nos llame, viviendo siempre muy unidas con Jesús”

            Ya inmersos en el ritmo del nuevo año y del segundo trimestre, parece raro hablar de prepararnos para cuando Dios nos llame. Sin embargo viene bien coger tiempo para todo. No hay que dejar las cosas para el final, para cuando no tenga otra cosa que hacer. Lo que hay que hacer, hay que hacerlo ahora y todos los días. No cuando me vaya a jubilar. Recuerdo un ppt que circulaba hace un tiempo que recordaba que las cosas hay que hacerlas ahora y acababa diciendo: “y baila como si nadie te estuviera viendo”. Realmente se baila de forma distinta y eso teniendo en cuenta que no soy un bailarín.

            La clave de todo esto es saber cómo hacerlo. Y la respuesta, por lo menos, en parte, la encuentro en la parte de esta perla: vivir unido a Jesús. Pero hasta aquí también podría quedarse en pura teoría. Hay que seguir avanzando hasta descubrir cómo se vive para poder decir vivo unido a Jesús, o intento vivir unido a Jesús.

            Vivir unido a Jesús es vivir unido a su Evangelio. No veo otra respuesta más clara. A partir de ahí, toda una vida de alegrías y penas, de encuentros y distancias, de dudas y certezas, de camino y descanso. Pero siempre llena de respeto e identidad. Y comento esto debido a las noticias de los asesinatos en Francia de periodistas a manos de unos que no entendieron que cuando su Dios les llame puede ser que no les diga nada bueno por haber matado. El Dios de todos es el Dios de la vida y no de la muerte entre hermanos.

            Cuando se vive unido a Jesús se quiere más a los hermanos, se ayuda más a quien lo necesita, el otro se hace más presente y tú te vas quedando en manos de quien te has fiado.

            Cuando se vive unido a Jesús la alegría empieza a ocupar el espacio de la desesperación y la tristeza.

            En definitiva, cuando se vive unido a Jesús es cuando descubres que empiezas a vivir, aunque aparentemente parezca lo contrario, es cuando descubre que sobra mucho de lo almacenado.

            La M. Cándida intuyó este misterio y lo compartió. Y hoy podemos disfrutar de él. Y de nuevo, gracias.


                       

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