Abdul Karim salió con 25 años de su Camerún
natal. Después de un año entero de viaje atravesando desiertos y
cruzando el mar, llegó a España. Gracias a un sacerdote jesuita que le
acogió con amor de padre, Karim encontró la fe y pidió ser bautizado.
«Cuando conocí la historia de Moisés, que cruzó el mar y el desierto en
busca de la tierra prometida, me sentí muy cerca de él. Yo había hecho
lo mismo. Así empezó mi conversión», explica. Su historia personal
encarna a la perfección el Mensaje del Papa para la Jornada del
Emigrante y del Refugiado, que se celebra el próximo domingo, bajo el
lema Iglesia sin fronteras, madre de todos
Abdul Karim tenía 10 años cuando dejó
la escuela y se marchó de casa. Su madre había fallecido cuatro años
antes, y él no encajó bien con la nueva esposa de su padre. «Me fui de
ciudad en ciudad, viviendo unos meses con parientes de mi padre, otros
meses con la familia de mi madre, a veces en la calle… Era un buscavidas
sin fe. Vivía al día, haciendo todo lo posible para poder comer»,
explica el joven, que ahora tiene 33 años y vive en España.
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