06 diciembre 2014

Eduardo López Azpitarte, moralista: “La moral, como la vida, tiene que ir avanzando con el tiempo”

A sus 82 años, y pese al acecho de la enfermedad, el jesuita Eduardo López Azpitarte (Granada, 1932) sigue en la brecha. Atrás quedan décadas de docencia como profesor de Moral en la Facultad de Teología de Granada, centenares de artículos y una veintena de libros. El último de ellos lleva por título La crisis de la moral (Sal Terrae), un manual con sencillas reflexiones sobre la materia que nos ayudan a entender por qué “el rostro con el que muchas veces la hemos presentado [a la moral] no era precisamente atractivo y seductor”. 
¿Ser bueno y ser feliz han acabado convirtiéndose en aspiraciones excluyentes? Uno es feliz cuando va camino o consigue lo que para él resulta bueno. El auténtico creyente tiene siempre una nostalgia de Dios, que describe bellamente san Juan de la Cruz en su Cántico espiritual. Cuando la bondad se pone en otros ídolos, las exigencias cristianas se pueden hacer molestas. Habrá que ver dónde ponemos nuestro corazón y qué se busca como valor preferente. 
¿De qué modo se puede presentar la ética –y la moral– para que resulte más atractiva y menos impositiva? El valor ético es la cualidad que tienen ciertas acciones, no solo para realizarnos como hijos de Dios, sino para conseguir también nuestra plenitud humana. Una verdadera pedagogía ética debería insistir, con mucha más fuerza, en subrayar cómo ellos nos orientan hacia una mayor humanización. El rostro con el que muchas veces la hemos presentado no era precisamente atractivo y seductor. Aun aceptando que la honradez –y el Evangelio– exige siempre una dosis de renuncia.
Por José Luis Celada

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