“… pedí mucho por usted. …pues, si Dios quiere, saldremos hoy”
Siempre es bueno
acordarse de las personas que conoces, amas, recuerdas, y siempre es bueno
acordarse de ellas delante de Dios. E incluso de las que no conoces, amas y no
recuerdas. Porque Dios siempre se acuerda de nosotros.
Acaban
las etapas en la vida de la M. Cándida. Y ella nunca se olvida de lo que dejó
en España, por eso desde Roma hace aquello que no cuesta dinero y es más rápido
que internet. Rezar por todos. Rezar por todos aquellos a los que hace tiempo
que no ve y a los que tanto quiere.
Por
eso necesitamos pedir unos por otros, para que esa luz nos haga explotar en las
manos desde el conocimiento, pasando por el corazón, ese afán por ayudar al que lo necesita sin
pedirle el carnet de identidad, sin pedirle explicaciones de por qué está así y
por qué no lo ha hecho de otra manera cuando pudo.
La
M. Cándida nos recuerda una vez más la expresión tan usada anteriormente y un
poco olvidada en muchos entornos normales de estos días: si Dios quiere. Habría
que recuperarla, pienso que no le hace daño a nadie, al contrario, da a entender
que tenemos intenciones, pero que las ponemos en manos de Dios, que nos ponemos
en manos de Dios. Y el que escucha puede llegar a entendernos un poco más.
Y puede ser
que algún día ese buen Padre Dios nos espere con los brazos abiertos y le
preguntemos: ¿Cuándo, Señor, hice esto o aquello, cuando te acogí, cuando te di
alimento, cuando te vestí, cuando…? Y ya sabemos lo que nos contestará, ya
sabemos lo que tiene preparado para nosotros. Y hay que ver lo que nos cuesta
entender este evangelio con lo claro que es.
Cerramos
noviembre y cerramos el año litúrgico y nos preparamos para el Adviento, si
Dios quiere.
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