Hoy no quiero ser prudente. Hoy quiero celebrar el triunfo de los vecinos y vecinas de Rosales del Canal (Zaragoza) que han echado a la “ONG-Secta-Multinacional” Remar de su barrio. Hoy me apetece contar las presiones de Remar, sus amenazas de demandarme, su intento de manipular la información que yo estaba elaborando y su intromisión en el libre ejercicio de mi profesión: eso que se llama periodismo.
Fui a Zaragoza un día de diciembre a encontrarme con los vecinos que me habían hecho llegar su denuncia e investigación sobre Remar, una ‘ONG’ a la que el Ayuntamiento de Zaragoza cedió un terreno de utilidad pública durante 75 años. No daba crédito con lo que me estaban contando. Ni con el silencio generado en torno a este tema. He llegado a ver cómo periodistas de “grandes medios” eran cautelosos al conocer la información y se excusaban: “Con las sectas hay que tener mucho cuidado, tienen muchos tentáculos y no sabes hasta dónde llegan”. Ya me he dado cuenta. Pero, igual estoy confundida, pensaba que precisamente la labor del periodismo era desenterrar esos tentáculos. Estamos hablando de explotación laboral, manipulación psicológica, irregularidades… Remar está presente en toda España y en 70 países. Su líder promueve en sus predicaciones el sometimiento de las mujeres y la homofobia. Y, sobre todo, hay muchas víctimas detrás. Gente que vive “dentro” y trabaja para Remar en agradecimiento a la ayuda que le prestaron en un momento de vulnerabilidad y dificultades.
Por Silvia Melero
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