Inmigrante: ¡Buenos días! ¡Buenas tardes! ¡Buenas Noches! Soy inmigrante ¿puedo pasar?
Sería una buena manera de empezar una vida nueva. Pero la realidad es bien distinta y diferente. Llegan tiritando de frío, después de una larga travesía, sin documentación y habiéndose hipotecado con las mafias hasta los tuétanos.
La situación desborda y es difícil de controlar. Para el inmigrante llegar a un país de Europa conlleva la sensación de haber vencido a la desesperación que vivía en su país de origen. Llega a una nueva tierra -la tierra prometida- en la que, por lo menos, tendrán derechos.
La llegada de inmigrantes de África -personas que han decidido dejar su tierra y adentrarse en un camino desconocido- tiene un soporte histórico complejo sobre el que Europa tiene un protagonismo directo. Hecho que se apoya en la constatación de que estos países fueron un día colonias de Europa.
Algo no hicimos bien y, desde luego, hasta la fecha poco hemos hecho por apoyar el progreso social de este continente. Continente de esperanza humana, sí, de capital humano, al mismo tiempo que lleno de recursos y posibilidades.
Por David López, Director de El Correo de Andalucía
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