Las diez reacciones que describo las he visto en compañeros y en mí. No las he encontrado en ningún libro, ni resumo conversación alguna. Creo, además, que son generalizables a muchos trabajos y actitudes en la vida.
- Olvidar dónde tiene que ir, con quién y qué tiene que hacer.
- Atender urgentemente un asunto que no puede esperar más.
- Estar antes de tiempo esperando en la puerta a que suene el timbre.
- Llorar en la sala de profesores.
- Perder tiempo para llegar tarde.
- Olvidar sistemáticamente algo para entrar e irse al instante.
- Ir cantando por el pasillo.
- Empezar sacando a alguien a la pizarra para que corrija los ejercicios del día anterior.
- Castigar a los que están de pie y no han esperado sentados.
- Rezar. Rezar mucho para que no pase nada importante. Es decir, para que los alumnos aprendan sin más y nada más.
- Confiar en sí mismo.
- Motivarse y sonreír, sea como sea.
- Armarse de paciencia.
- Tener las cosas preparadas, con flexibilidad.
- Querer lo que hace. Quererse a sí mismo. Querer a los alumnos. Mucho amor en definitiva.
- Tener mano izquierda.
- Llevarse bien con los compañeros, por si acaso.
- Entrar en el aula relajado y sereno.
- Empezar con buen pie siempre, sin que se vaya de las manos.
- Saludar con afecto a los alumnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario