
Poner el foco mediático en los “pobres niños que no pueden comer” y olvidar las realidades extremas que viven las familias genera una imagen distorsionada de la realidad de los hogares en situación de pobreza. La prensa y la sociología conservadora anglosajona tiene mucha experiencia en la utilización de los dramas de la infancia para estigmatizar y descalificar a sus familias. La imagen de la familia “disfuncional” o “desestructurada” en la que las necesidades de niños y niñas quedan desatendidas por la incapacidad de padres y madres es recurrente, y sirve para justificar el abandono institucional de los barrios y de las familias en situación de exclusión atribuyendo sus desgracias a actitudes, valores y vicios individuales de las propias personas afectadas.
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