17 abril 2012

Crisis, finanzas, cristianismo e Iglesia

“No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13), “el que tiene bienes del mundo y ve a su hermano que tiene necesidad y le cierra sus entrañas, ¿cómo podrá estar el amor de Dios en él?” (1 Jn.3,17), “tuve hambre y me disteis de comer…(Mt 25,35…)” por citar unos pocos textos del Nuevo Testamento.
Estamos de acuerdo con ellos –¡en teoría!– y con los demás que condenan la riqueza, la avaricia, la acumulación, pero lo importante es actualizarlos y vivirlos en las situaciones que nos está tocando vivir. Voy a intentarlo con unas cuantas sugerencias relativas a nuestra presente situación social, económica, financiera, política… y cristiana. La crisis que estamos atravesando y que, por mejor decir, nos atraviesa, ofrece, según el conocido principio de que no hay mal que por bien no venga, una buena ocasión para examinar individual y eclesialmente la calidad de nuestra reflexión y práctica cristianas. Ocasión de traducir a la actualidad principios evangélicos. Quizá no sea tan evidente a primera vista la relación entre Lehman Brothers, mercados, entidades financieras y bancarias, reforma laboral, etc. con esa doctrina y con la presencia evangelizadora de la Iglesia como institución, especialmente con esta última. Hay una tendencia real a considerar estas realidades como, de alguna forma, lejanas al mensaje de Jesús, autónomas y sujetas sólo a consideraciones técnicas, a las leyes del mercado, de la oferta y la demanda… Aunque de sobra sabemos que no es así.
Por Federico Pastor Ramos

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