14 febrero 2012

15-M: CONTRA el PESIMISMO

De siempre hemos tenido problemas a la hora de evaluar lo que ocurre con nuestros movimientos sociales. A duras penas esos problemas podían faltar en el caso del 15-M. Por momentos parece que se ha extendido, con respecto a este último, un pesimismo sin límites que no aprecia otra cosa sino un permanente declive. En la gestación de ese estado de ánimo se dan cita, por una parte, los pesimistas ‘internos’ –aquellos que no ven sino rasgos negativos en el movimiento— y, por otra, los ecos de lo que cuentan los medios de incomunicación del sistema.
A esos medios que acabo de mencionar sólo les interesa el 15-M cuando hay algo gordo de por medio. Le prestan atención, las más de las veces amañada, a los episodios en lo que se revela –o eso dicen— algún tipo de violencia y procuran acompañar, por citar otro ejemplo, macromanifestaciones como las registradas el 19 de junio o el 15 de octubre del año pasado. Nada quieren saber, en cambio, del terreno en el que en los hechos se dirimen la realidad y el futuro del 15-M: el del trabajo cotidiano, a menudo sórdido y poco vistoso, de un movimiento que afortunadamente permanece vivo y activo. Cuando se asume esa tarea que los medios prefieren esquivar, la imagen del 15-M no invita precisamente al pesimismo. El movimiento está ahí, su presencia y sus iniciativas son constantes, no ha perdido un ápice de radicalidad contestataria, ha propiciado el asentamiento de una nueva identidad crítica y sigue dejando bien a las claras que algo ha cambiado, y para bien, en la cabeza de mucha gente.
Por Carlos Taibo

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