25 mayo 2016

Tejedores de sueños - por Álvaro Fuente

Hace 15 años, Jimy Gómez tuvo el primero de dos desafortunados accidentes en los que perdió la totalidad de su visión cuando sólo era un adolescente. Derrotado y aterrado por la repentina oscuridad, encontró por casualidad con un revólver en su casa y, sin apenas pensarlo, intentó volarse la sien con dos movimientos de gatillo. Sin conseguirlo, cayó extenuado y confuso en el suelo. Afortunadamente, al tambor del arma le faltaban algunas balas, pero un tercer intento hubiera sido mortal. Jimy forma parte del 10% de los nicaragüenses que sufre algún tipo de discapacidad y de los 650 millones que hay en todo el mundo. Es un colectivo que,según la Organización de las Naciones Unidas, comparte un común denominador: “siguen formando parte de los grupos más marginados en todas las sociedades”.
“Estaba desesperado. Al quedar ciego pasé casi un año encerrado sin relacionarme casi ni con mi familia. Me llevó mucho tiempo salir de mi estado depresivo"; se lamenta hoy Gómez. "Perdí mi trabajo como carpintero y mis ganas de vivir. Mi discapacidad ya no me permitía trabajar. Nadie quiere un discapacitado y menos a un ciego. Era un golpe tras otro. Apenas tenemos apoyo del Gobierno y hay una terrible falta de sensibilidad y apoyo social para las personas con algún tipo de discapacidad física. Fue un infierno”.
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