Escuchar es uno de los artes más difíciles que conozco. Aprender a
escuchar bien exige paciencia y práctica; es como leer y escribir: no se
improvisa, se aprende a lo largo del tiempo. Es un hábito que se cuida y
desarrolla, una técnica que se pule y perfecciona. Escuchar requiere
liberar tiempos y crear hábitos: tiempos para desentrañar significados y
desmontar prejuicios; hábitos para hacer silencio y reflexionar sobre
lo escuchado.
En una ocasión le escuché decir a un educador: “lo más difícil no es
aprender algo nuevo, sino desaprender algo antiguo.” Al escuchar le
sucede algo similar: lo difícil no es oír, sino vaciarse lo suficiente
para que la palabra escuchada entre, resuene y permanezca. Escuchar es
un arte que implica todos los sentidos, no sólo los oídos: pide atención
a palabras, gestos, reacciones, omisiones y silencios. Pide saber
interpretar y leer entre líneas; pide meditar y digerir lo visto y
oído.
Por JM. Rodríguez Olaizola sj
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