Son muchas las realidades de ese Pentecostés global que no han tenido el protagonismo que merecían, y que no buscaban. Una de ellas, símbolo de una nueva época –o acaso la vida de fe no es siempre un nuevo comienzo- es la iniciativa de la Compañía de Jesús, Magis 2011, cuyo coordinador general ha sido el jesuita español Abel Toraño. Una iniciativa, una realidad, que ha hecho que la JMJ sea más JMJ.
En el más puro estilo de la Compañía, de lo que enseña su dilatada historia de santidad, de servicio fiel al Papa, del sentir con la Iglesia esencial de san Ignacio y de su formulación por los primeros, el Prepósito General de la Compañía y su Consejo entendieron e intuyeron lo que significaba la Jornada Mundial de la Juventud, especialmente en este momento en el que su celebración se hace casi tocando la geografía de san Ignacio de Loyola y de san Francisco Javier, patronos indiscutibles de esta Jornada. Entendieron una vez más la llamada y la invitación del Papa Benedicto. Decía el P. Polanco que los jesuitas eran "papistas sólo en lo que tenían que ser y nada más, y aún en eso solamente mirando a la gloria de Dios y al bien común".
Por José Francisco Serrano
No hay comentarios:
Publicar un comentario