08 agosto 2016

Una vida nueva para la espiritualidad: a la renovación por la oración - en @Revista_VN

La necesidad primordial de la comunidad cristiana es hoy la renovación en el Espíritu que propicia la oración. Sin oración, o con una oración tibia, la Iglesia no puede dar a nuestros contemporáneos lo que ellos esperan y necesitan. Eso que debemos dar no es otra cosa que el Espíritu, pero para darlo hay que tenerlo, y para tenerlo hay que permitir que Él vaya entrando poco a poco en nuestro ser, que no otra cosa es la oración. Todo esto es obvio, elemental, pero muy urgente.
Los esfuerzos que la Iglesia está invirtiendo en el pensamiento (la catequesis, la teología…) o en la acción (el anuncio, la acción social…) no son en absoluto comparables a los que invierte en el desarrollo de la vida interior, que a mi modo de ver, en la mayoría de los cristianos, está subdesarrollada.
Los monasterios son, o deberían ser, –a mi modo de ver– el corazón orante de la Iglesia. Muy bien podrían convertirse por ello en auténticas escuelas de formación para la vida interior, tanto del pueblo de Dios, cada vez más hambriento de interioridad –y este es para mí uno de los signos de los tiempos más claros– como de los así llamados buscadores espirituales, personas alejadas de la confesión y práctica cristianas y que, sin embargo, han oído la llamada del Espíritu e intentan responder a ella sin por ello acceder a ser encuadrados en un determinado régimen de organización eclesial, que casi siempre consideran trasnochado. Estas “nuevas escuelas monásticas” podrían constituir la principal plataforma para una nueva primavera eclesial.

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