Hace unas semanas nos llegaba la noticia de la grave
enfermedad de nuestro compañero Fernando Cardenal sj, Director Nacional de Fe y Alegría Nicaragua.
El 20 de febrero se confirmó lo que esperábamos pero nos resistíamos
a admitirlo. Fernando pasó a descansar
con el Señor; él, que tuvo una vida de entrega incansable era
invitado al reposo total.
En la misma fuimos desgranando recuerdos, vivencias,
emociones, anécdotas … a la luz
de la Palabra: “Hay un tiempo para cada
cosa …” y “Venid, benditos de mi padre
porque …” y de las canciones que para él tenían tanto significado: “Gracias a la vida”, “Qué te puedo dar que no me hayas dado Tú?
Poemas como el que hizo para su funeral Gioconda Belli o su
propio Juramento.
Los ojos dulces de Fernando
Los ojos fieros de Fernando
¿Cuántos ojos cerrados,
ojos para quienes estaba negada
la lectura y la escritura;
el mundo mágico de la poesía,
de la ficción,
de la ciencia, la matemática,
se abrieron de par en par
en esa, la más importante de
las batallas de la Revolución?.
Quisimos hacerlo nuestro pronunciando juntos sus
palabras, ratificando ese compromiso con
gestos desde el corazón, manos
extendidas y círculo de unión porque deseamos hacerlo vida y siempre con otros
y otras, sintiéndonos parte de la gran
familia de Fe y Alegría extendida ya por A. Latina, Europa y Africa.
Cuando le conocí -2004 en el Congreso de FyA en Madrid- me tocó mucho su frase final de una
conferencia: “A mí no se me ha muerto la
esperanza” … en sucesivos encuentros he podido seguir gozando de su
amistad, de su cariño, de esa entrega a la educación que contagiaba,
por lo cual me siento privilegiada con semejante regalo.
¡Gracias,
Fernando! Ayúdanos a hacer
realidad tu compromiso:
“Ante Dios
prometo que dondequiera que esté en el futuro voy a trabajar por la justicia,
por la construcción de una sociedad nueva, por la liberación de los pobres de
América Latina, de todos los marginados y excluidos del continente. Esto lo
haré en cualquier país donde me toque vivir, en cualquier tarea que me ordenen
trabajar mis superiores.”
Texto: María Luisa Berzosa FI
Fotos: Txúo Rdguez Villarroel sj
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