Domingo 6 de marzo de 2016. Un grupo de antiguas alumnas del colegio de Elche hemos visitado la capilla de Santa Cándida María de Jesús, situada en el colegio Sagrada Familia de Valladolid.
Nos ha recibido la superiora de la comunidad, Francisca Bueno, con una sonrisa acogedora y con gran amabilidad nos ha sumergido en el misterio de un cofre que encierra un tesoro. Ese tesoro no podía ser otro sino el retablo de la Sagrada Familia, conocido como “el Rosarillo”.
No sólo la belleza del retablo sorprende sino también la irregularidad de líneas que forman las maderas que rodean al retablo, tan distintas que contrastan con la rectitud del cubo que ves por fuera. 
Realmente el lugar te envuelve y te llena de paz, los ojos no pueden dejar de mirar lo importante y te llevan a Jesús, que está ahí, en el centro, en la intersección de lo humano y lo divino y te hace sentir que cada uno de nosotros también somos una intersección entre lo humano y lo divino y que, igual que el Niño se siente protegido, también tenemos que sentirnos así cada uno de nosotros.
Ante este retablo es fácil comprender cómo Juana Josefa se sentía atraída por él, y no sorprende que fuera ante ese retablo donde sintiera esa llamada a fundar la Congregación de las Hijas de Jesús, aquel 2 de abril de 1869.
Juana Josefa, pequeña a los ojos de los hombres, podía sentirse grande a los ojos de Dios y, confiada en el Padre, no dudó en emprender la tarea que Dios le había encomendado.
La belleza de este lugar nos envolvió a todas y después de algunas horas, todavía recordábamos la paz en la que nos habíamos sumergido.
Una experiencia maravillosa que recordaremos durante mucho tiempo.
Marisol Ortega.
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