Fue un encuentro de oración sencillo, cercano, alegre y muy familiar, en el que hubo tiempo para la mirada agradecida, para la escucha de la Palabra, para reconocer nuestra propia debilidad y fragilidad, para sabernos en camino... Tiempo también para aceptar la invitación que Dios nos hace de ser para los demás, al modo de Jesús; y que nos llama con otras y con otros.
La vigilia terminó con un gesto de envío, de la comunidad hacia Naike, y que esta hizo de nuevo extensivo a todos los allí congregados.
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