27 julio 2015

ENCUENTRO FI MAYORES DE 65 AÑOS - UN ALTO EN EL CAMINO

De noche, era de noche, y no es que toquen a maitines; un aleteo más fuerte se respira en el ambiente entre las 12 hermanas que en la noche del día 14 nos encontramos en San Sebastián.

Hemos sido invitadas a intensificar quince días, o medio mes que es lo mismo, nuestro contacto con la VIDA.


Y… comenzaron el día primero y segundo, caldeando nuestro ambiente.
Es éste un tiempo que la Congregación nos regala para volver a tocar nuestras raíces personales y congregacionales, y así fue… El día primero nos marchamos a Andoain, y entre las hermanas del caserío de Berrozpe, el caserío, la fuente de Juanitatxo y la parroquia, y dejando funcionar nuestro corazón: saboreamos, sentimos y gustamos nuestras raíces, y agradecimos la llamada de formar parte de las ramas de este árbol.






Bajamos a “nuestro pozo”, vimos nuestras sombras y lo que Dios nos regala y… sintiendo nuestra historia como historia de salvación en la que Dios siempre nos ha acompañado (Is. 43), pusimos nuestra  historia personal en contacto vital con la compañía de Dios, como el barro en las manos del alfarero (Jer 18).
Y así llegamos a los días 3º en adelante, metiéndonos de lleno en la experiencia de los EE con el deseo de dejarnos moldear.





Y llegó el último día de nuestra experiencia de EE. En nuestros rostros se percibía alegría, deseo de comunicación, y en este ambiente se hicieron presentes las HH. de la comunidad con su sonrisa, abrazos, felicitaciones…
Como Dios no se deja vencer en generosidad, recibimos la noticia de que el día siguiente lo pasaríamos en Loyola. Y así fue: visitamos la casa de San Ignacio, la Basílica, el caserío del Hno. Gárate, celebrando la Eucaristía en la capilla de la conversión de San Ignacio, donde tuvimos presentes a todas las Hijas de Jesús.





Era tanto lo que nos invitaba a disfrutar y  compartir, que fue fácil comunicar la vida que llevábamos dentro.
Y las sorpresas siguen. Desde el día siguiente hemos tenido la gran oportunidad de encontrarnos –reencontrarnos- con nuestra Madre Cándida, esa mujer que siempre nos cuida y sorprende desde sus cartas. 





A través de estas líneas queremos haceros partícipes de nuestro gozo y gratitud: GRACIAS. 

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