07 julio 2015

El abuelo que cura gratis los estragos de la crisis griega

Hace sólo unos días el señor Manesis, un jubilado griego, llegó a rastras, desfallecido y casi sin aliento hasta el número 31 de la calle Elispondou, en un barrio residencial a las afueras de Atenas. "No sé lo que me ocurre. He perdido cuatro kilos y medio en sólo dos meses", se lamentó después de sentarse en una silla, beberse un vaso de agua y recuperar un poco las fuerzas. "He ido al hospital público y allí me han dicho que las pruebas que me tendrían que hacer para averiguar lo que me ocurre son muy costosas y que me las tengo que pagar de mi bolsillo. Pero no tengo dinero, mi pensión es muy modesta".
Cáncer. Un cáncer de pulmón muy agresivo y ampliamente extendido. Eso es lo que tenía el señor Manesis.
En el número 31 de la calle Elispondou están por desgracia habituados a casos como el suyo. Aquí se encuentra una de las alrededor de 60 farmacias sociales que en los últimos años han surgido por toda Grecia para tratar de paliar el grave deterioro que sufre la sanidad pública y para dar asistencia a los tres millones de personas, tres millones, que en un país de casi 11 millones de ciudadanos no tiene derecho a recibir tratamientos médicos ni medicinas por parte de la Seguridad Social. Y aquellos que sí que tienen derecho a la sanidad pública ven como los fondos menguan de día en día, como el personal que se jubila no es reemplazado, como cada vez es más abultada la lista de medicamentos que no cubre la Seguridad Social y como las listas de espera se hacen casi eternas.
Por Irene Hernández

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