23 junio 2015

Preguntas a/sobre la Iglesia… desde dentro

Una serie de acontecimientos que me han sucedido en los últimos días me han suscitado unas preguntas a/sobre la Iglesia que quiero compartir. ¿Desahogo?, ¿llamada a la reflexión?… Igual algo de todo eso. Pero, ciertamente, desde el cariño, desde dentro…
1. Con ocasión de una conferencia mía que ha circulado por escrito y en la que formulaba cinco preguntas, una de las cuales se refería al “sentir en la Iglesia”, varias personas, de calidad religiosa y humana, creyentes todas, me han confesado sentirse incómodas con esa pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué tanta gente se sigue sintiendo incómoda con y en la Iglesia? El “efecto Francisco” no lo tapa todo. Es más, muchos tenemos la impresión de que dicho “efecto” (por llamarlo de algún modo) ha llegado a la Iglesia española poco y superficialmente, y que más de uno está esperando a que amaine la tormenta…
2. ¿Por qué la Iglesia es tan torpe o se siente tan incómoda o da una respuesta tan insuficiente ante los problemas que viven las personas homosexuales? A propósito de la muerte de Pedro Zerolo, que ha suscitado miles de comentarios, elogiosos la inmensa mayoría hacia su persona y lo que significó, comentarios provenientes de todas las ideologías y posiciones políticas, silencio de la Iglesia. He leído que el P. Angel rezó un responso y que Monseñor Osoro llamó privadamente a su marido para darle el pésame. ¿Sólo eso? Es un indicador… También he leído comentarios de cristianos, situados algunos de ellos en las antípodas ideológicas de Zerolo, preguntándose por ese silencio. Como he dicho alguna otra vez, no hablo de la homosexualidad, sino de personas homosexuales.
3. ¿Por qué es tan difícil la comunión en la Iglesia? ¿Por qué se sigue tratando a los laicos con desconfianza? ¿Por qué la minusvaloración de la vida religiosa, a pesar de sus limitaciones (que las tiene) y de su crisis numérica? Os confieso que me indigné hace poco con un comentario en las redes de un joven sacerdote a propósito de la marcha de una congregación religiosa de uno de sus colegios, que no cerraba, sino que pasaba a ser gestionado por los laicos. Los laicos no son de fiar…. Y de los “flarets i mongetes” (sic) (“frailecitos y monjitas”) ya no se puede esperar nada. ¡Pues menudo servicio a la comunión eclesial!
Por Darío Mollá sj

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