Recuerdo la primera vez que entré en
la catedral de San Salvador. A priori no me impresionó demasiado, es
bonita sí, pero viniendo de Europa donde se encuentran las catedrales
más impresionantes del mundo, la de “El Salvador del mundo” resultaba
interesante sin más. “Tenemos que bajar a ver la cripta donde está la
tumba de Monseñor Romero.” “¿Y ése quién es” “¿No conoces a Romero? Es
un arzobispo que fue asesinado por el gobierno en los años 80.” Me
impresiono la tumba de Romero. Es grande 2,5m x 1,8m en bronce, con un
busto de Romero. Había bastante gente visitando la cripta. Tenía un
punto emocionante.
Han pasado dos años desde aquella visita durante los cuales he ido
recuperando información de Monseñor Romero, de aquí y de allá. Me
fascina este sacerdote que dio literalmente su vida por ayudar a los más
desfavorecidos.
Por Lucila Rodríguez-Alarcón
No hay comentarios:
Publicar un comentario