¿Cuántas veces un placentero paseo por una playa mediterránea se ha
convertido en evidencia de una realidad dramática al tropezarse uno con
el cadáver de un ser humano que se dejó la vida en el mar? El cuerpo de
alguien que viajaba hacia un sueño llamado Europa.
Tras la búsqueda de una vida mejor, que nunca ya llegará. En la huida
de una guerra, del hambre o simplemente de la pobreza... La escena es ya
cotidiana. Este abrupto fin es el que han encontrado, al menos, 3.188
inmigrantes entre 1990 y 2013. El número de cuerpos encontrados en el
agua, en contenedores o en las costas de cinco países del Sur de Europa.
¿Quiénes son? De ellos, el 65% (2.073) todavía no han sido
identificados, seres anónimos, sin familia, pasado o apellido. Así lo
constata una investigación de la Universidad Vrije de Ámsterdam cuyos resultados se recogen en una base de datos que se presenta hoy en La Haya.
Un total de 13 investigadores del proyecto Humans Cost of Border Control,
en el que se enmarca este estudio liderado por Thomas Spijjkerboer y
Tamara Last, han realizado el trabajo de campo para llegar a estas y
otras cifras. Durante un año, han visitado 563 registros en el sur de
Europa —en España, Italia, Grecia, Malta y Gibraltar. Dos investigadores
españoles, Ignacio Urquijo Sánchez y Marta Pérez, revisaron las actas
de defunciones en 173 registros civiles del país, desde la provincia de
Huelva hasta Alicante, más la ciudad de Valencia, el sur de las
Baleares, todas las islas Canarias, Ceuta y Melilla.
Por Alejandra Agudo
Foto de Lusmore Dauda
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