No podíamos terminar nuestra felicitación a Cándida María, precisamente en la fecha de su nacimiento, cuando la iglesia nos pone la fiesta de la Visitación de María a su prima Santa Isabel, sin recordar el amor entrañable y filial de nuestra Fundadora a la Virgen.
Tenemos su vida entera envuelta en esta devoción que impregna todas sus acciones. Esas preciosa frase que aparece en sus escritos más personales “Desconfío de mí y pongo toda la esperanza en Ti, queridísima Madre mía”, es un estupendo resumen de lo que fue su vida con relación a María: confianza, abandono en Ella, consuelo, ayuda, esperanza, protección… sin duda se sintió confirmada en esta dimensión mariana al escuchar “llevando por Estrella de vuestros caminos a María Inmaculada”, cuando iniciaba la aventura de la fundación.
Hoy es un día para celebrar y felicitarte, querida Madre Cándida. Hoy tu gran familia extendida por el mundo, se alegra contigo, con tus aitas que en este venturoso día, te trajeron al mundo; por toda tu familia que te acogió con tanto cariño y te ayudó a crecer en ese hogar bendecido por Dios.
Felicitarte es agradecerte y la gratitud se traduce en compromiso. Deseamos desde lo profundo de nuestro corazón, seguir con nuestra vida el camino que tú nos trazaste; queremos hacer vivos esos tesoros que acumulaste en tu vida pero que no quedaron en ti sino que se multiplicaron hasta horizontes infinitos.
Seguimos necesitando de tu ayuda que estamos seguros no nos va a faltar. Llévanos de tu mano al Señor a través de María, que siga siendo nuestra Estrella iluminadora hoy y siempre, en cada contexto donde deseamos hacer realidad tu sueño.
¡Zorionak, Juanitatxo! ¡Eskerrik Asko, Cándida María!
¡Felicidades! ¡Gracias!
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