Estos últimos
días hemos vivido un drama terrible en nuestra casa: no sólo la muerte
de 150 personas en un accidente de avión, sino la tragedia de que esto
haya sido provocado expresamente por una persona, a sangre fría.
Todos hemos quedado consternados por la magnitud de la tragedia, y
aún más al ver que la causa no ha sido un fallo mecánico, sino el
inexplicable comportamiento de un joven de 28 años que ha cortado
brutalmente su vida y la de 150 personas. Nos ha dejado sin palabras.
En cuanto se tuvo la terrible noticia, los familiares se organizaron
para ir al lugar del accidente, y e hicieron allí mismo una celebración
religiosa para despedir a los suyos y para hacer el necesario duelo.
Entre ellos había también, por lo visto, los familiares de Andreas.
También lloraban a su hijo, muerto en el accidente.
Después, con el hallazgo de la caja negra del avión y oyendo la
grabación de lo que pasaba en la cabina, se tomó conciencia de lo que
había ocurrido. Y esta familia, ya golpeada por el dolor de la pérdida
de su hijo, recibió una noticia aún peor. Como decía en unas
declaraciones el alcalde de uno de los pueblos de la zona del accidente,
“ha sido muy doloroso ver al padre de Andreas, totalmente hundido, que
lleva sobre su espalda la responsabilidad de este drama. Es un hombre al
que se ha roto la vida. Ha experimentado el dolor no sólo por la
pérdida de un hijo, sino también porque se sabe en el centro de una
tragedia que no ha deseado”. Y algunos dicen que lo han visto de
rodillas ante la estela que se ha puesto en la zona en memoria de las
víctimas…
Por Llorenç Puig
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