William Miller tiene 63 años y es vagabundo.
Recientemente le diagnosticaron un cáncer de hígado en un hospital de
Reno, Nevada. Al día siguiente, un amigo le puso en un tren rumbo Salt
Lake City, Utah.
No fue una decisión arbitraria: Utah es el estado que mejor está sabiendo tratar a los sin techo de Estados Unidos. A lo largo de los últimos nueve años, ha disminuido su población de vagabundos en un 72 por ciento.
Gran parte de ello se debe la tiene el proyecto Housing First. ¿Su
premisa? Encontrar o construir apartamentos donde puedan vivir de forma
permanente. Sin condiciones. Tan fácil, tan complejo.
Lo habitual cuando se ofrece alojamiento a un mendigo es pedirle algo a cambio,
ya sea iniciar un proceso de rehabilitación o recibir terapia para
tratar problemas mentales. Sobre el papel, parece un buen modelo:
ofreces cobijo y una posibilidad de reinserción. Pero en la práctica son
muy pocos los vagabundos crónicos que logran dejar atrás sus adicciones
y/o problemas mentales, lo que les lleva a perder sus apartamentos y
volver a la calle.
Pero Housing First demuestra que existen otros caminos.
Tal y como explica este extenso reportaje de Mother Jones,
el germen del proyecto hay que buscarlo en un experimento que llevó a
cabo un psicólogo de la New York University llamado Sam Tsemberis hace
más de dos décadas.
Por Franc Sayol
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