Somchai regenta uno de los cientos de puestos callejeros de comida que
hay en Samut Sakhon, una provincia limítrofe con Bangkok. En Tailandia,
donde es frecuente que las viviendas carezcan de cocina, comer en uno de
estos restaurantes al aire libre es un ritual diario muy extendido. Con
lo que saca sirviendo platos que rondan los 40 bahts (algo más de un
euro), Somchai se pudo comprar a Khalan. Le salió barata. No lo sabe con
certeza, pero ella cree que su precio fue de unos 3.500 baths (100
euros).
Khalan fue esclava de Somchai (ambos nombres son ficticios) y su familia
durante 10 meses. La compraron en 2011, cuando ella tenía 13 años. Pasó
más de 300 días sin poder salir de la residencia familiar, donde le
obligaban a realizar todas las tareas domésticas. Como, al parecer, no
las completaba a la velocidad que sus dueños exigían, le castigaban
golpeándole prácticamente a diario con un palo. Los días que era
demasiado lenta o no hacía las cosas al gusto de la familia, se quedaba
sin comer. Y, realizara sus faenas bien o mal, rápida o lentamente, su
salario siempre era el mismo: ninguno.
Por Pablo Linde
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