De sopetón: "Quiero que pronuncies unas palabras el día de mi boda".
De recuerdo: "Sal a la pizarra". De hoy: "Tiene cinco minutos para
hablarme de usted en esta entrevista de trabajo". Nervios. Estrés.
Angustia. Y manos a la obra. Toda la vida ensayando delante del espejo y
resulta que sirve para muy poco. Los expertos de oratoria consultados
aseguran que delante del cristal no se puede estar atento a los
movimientos del cuerpo, al tono de voz y al mensaje. Dicen que a la hora
de preparar un discurso lo mejor es grabarse con el móvil y analizarse
después. Dicen que nadie nace comunicador. Y dicen, incluso, que, con
una buena formación, se logran abrir las enrevesadas puertas del empleo.
“En España tenemos mucho miedo al ridículo", observa Javier Bernad, profesor de comunicación de IE Business School.
"En las escuelas de negocio, donde hay muchas nacionalidades, los
españoles siempre son los más recatados". Bernad sostiene que, junto con
el inglés y una titulación, hablar bien en público es fundamental para
decantar la balanza a la hora de encontrar un trabajo.
Por Mauel Viejo
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