20 febrero 2015

Mi vocación y recorrido en la Comunidad de Vida Cristiana

Mi vocación CVX es paralela a mi vocación como cristiano. La una es una expresión y concreción de la otra. Ambas son fruto de mi encuentro, cara a cara, con el Padre. Y ese encuentro se produjo inicialmente, en mi caso, a través de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Este encuentro cambió mi forma de entender el mundo, la vida, mi vida. Dio sentido trascendente a todo, al día a día y al mundo entero. Me hizo caer en la cuenta de que sólo se vive una vez y que el Dios de Jesús nos lo anuncia y recuerda con su vida, su muerte y su resurrección. Vive cada momento como si fuera el último y busca esa vida en lo que tiene sentido: amar con todo el corazón, con todo el ser, con toda pasión la obra del Padre en su integridad, todo lo que es creado (el hombre, los árboles, el monte, los pájaros, … a ti mismo).
Esta es la razón de mi vocación cristiana. Y también de mi vocación CVX. Conocí el rostro del Padre en los Ejercicios, su cariño, su amor, su abrazo. En ese momento sentí que eran una herramienta privilegiada de la Iglesia para sentir internamente lo que había sentido. Hay otras, como hay otros modos de entender el Misterio, quizá igual de válidos, pero en mi trayectoria vital y cultural yo tropecé con esta.
Por Jorge Urrutia

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