Todos los días, desde la ventana de mi casa, puedo ver el espectáculo
impresionante de las que yo llamo “las torres del pelotazo”, en el
paseo de la Castellana de Madrid, con sus alturas de hasta 250 metros
destacando sobre el vecino barrio de Ventilla. Y me fijo, casi todas las
mañanas y tardes, en la primera de las cuatro.
Esta torre, diseñada por Norman Foster, fue comprada en 2007, todavía
en obras, a Repsol por Bankia, con el propósito de trasladar allí su
sede central desde una de las torres inclinadas de la cercana Plaza de
Castilla. La llegada de la crisis inmobiliaria y el desplome financiero
de la entidad con su reguero de escándalos por las estafas a sus
clientes “preferentes”, hicieron que la directiva de Bankia
reconsiderara la decisión de mirar aún más desde arriba a los ciudadanos
madrileños. Desde entonces la torre ha estado prácticamente vacía,
hasta que en otoño pasado Bankia la ha alquilado a Cepsa, una compañía
petrolera que, a pesar de su acróstico -Compañía Española de Petróleos
Sociedad Anónima- desde 2011 pertenece íntegramente al emirato de Abu
Dhabi.
Digo que muchas mañanas y tardes me fijo en esta torre porque se ven
todas sus plantas iluminadas, cuando la mayoría de ellas están
visiblemente vacías. Incluso cuando ya ha amanecido y hay suficiente luz
ambiental, las plantas de la torre siguen iluminando unas
oficinas aparentemente vacías.
Por José Eizaguirre
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