Aunque las estadísticas no siempre son
fiables y fluctúan mucho, es suficiente preguntarles en qué redes están y
cuáles utilizan con más frecuencia. Entonces constatamos que Instagram triunfa entre los más jóvenes.
Para aquellos que no conozcan mucho del tema,
Instagram es una red social que nació directamente como una aplicación
exclusiva para iPhone (móvil por tanto), que luego se extendió a Android
dada su popularidad, en la que se comparten fotos (y vídeos). Sus
filtros para imágenes, que en principio fue lo que más atractivo causó, y
que otros copiaron, ha dejado de ser su principal potencia; actualmente
es la cantidad de miembros que se está presente de forma continua.
Cada uno tiene su propio perfil y se va
asociando con otras personas dentro de la red al modo de Twitter, con
seguidores y seguidos. A su vez, la interacción se limita a “dar
corazoncitos” (similar a “me gusta” de Facebook o “favorito” de Twitter)
y poder comentar la imagen. No existe propiamente el “RT” de Twitter,
pues para poder hacer esto hacen falta otras aplicaciones. De igual
manera da la opción de enviar imágenes en “privado” o personales, a las
que (en principio) sólo tienen acceso las personas a las que se da
acceso. La única política de privacidad que existe limita las propias
imágenes al grupo de perfiles que permitimos que nos vean o, en su
defecto, a toda la red (siendo incluso visibles fuera de Instagram y sin
permisos especiales).
Por José Fernando Juan
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