Una cosa es indignarse, con toda razón, contra el acto terrorista
que diezmó a los mejores caricaturistas franceses. Se trata de un acto
abominable y criminal, imposible de ser apoyado por quienquiera que sea.
Otra cosa es buscar entender analíticamente porqué acontecen tales
eventos terroristas. Ellos no caen del cielo azul. Atrás de ellos hay un
cielo oscuro, hecho de historias trágicas, matanzas masivas,
humillaciones y discriminaciones, cuando no, de verdaderas guerras
preventivas que sacrificaron vidas de millares y millares de personas.
En eso los Estados Unidos y en general el Occidente son los primeros.
En Francia viven cerca de cinco millones de musulmanes, la mayoría en
las periferias en condiciones precarias. Son altamente discriminados a
punto de surgir una verdadera islamofobia.
Luego, después el atentado a las oficinas de Charlie Hebdo, una
mezquita fue atacada a tiros, un restaurante musulmán fue incendiado y
una casa de oración islámica fue atacada también a tiros.
Qué significa eso? El mismo espíritu que provocó la tragedia contra
los caricaturistas, está igualmente presente en esos franceses que
cometieron actos violentos a las instituciones islámicas. Si Hannah
Arendt estuviese viva, ella que acompañó todo el juzgamiento del
criminal nazi Eichmann, haría semejante comentario, denunciando este
espíritu vengativo.
Por Leonardo Boff
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