03 diciembre 2014

SAN FRANCISCO JAVIER

Dinero, fama, títulos académicos, éxito en el deporte... las ambiciones de Francisco Javier (Navarra, 1506-1552) no son muy distintas de las que encontramos hoy por la calle. En París, un compañero estudiante lo desarmó: “Javier, ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?”(Mc 8,36). Así Ignacio de Loyola despertó a un gigante: ni lenguas, ni países, ni peligros, frenaron el celo apostólico de Francisco Javier para llevar a Jesucristo hasta el extremo conocido, siguiendo aquella máxima: «Id, inflamad todas las cosas». 

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